martes, 12 de marzo de 2019

MATA KI TE RANGI de Rossana Arellano

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LEÍDO por ROSA IGLESIAS




MATA KI TE RANGI
 

( ojos que miran al cielo )


** A mi madre por aceptar que naciera de ella.



Mata ki te rangi, ojos mirando al cielo
atisbando la sensibilidad de todo el planeta.
... Tu misión en la tierra, Rapa Nui.
cura del mundo, centro del mismo.
Maravillosa energía
que permite alcanzar los instantes.
Cálido y vivo, corazón ancestral
piedra perfecta de raíz jerárquica.
Dentro de ti, escalera al cielo
en el ascenso.
Columna vertebral del viaje
al equilibrio.
Nombre que combina
el conocimiento auténtico.
Me acerco a ti,
árbol primero y último,
ojos que alimentan el paso, revelación.
Flor del tiempo, hacia el camino derecho.
medito y no cesa el femenino, al intelecto,
indicio que percibo,
civilización, consejo.
Te intuyo, energía,
en la unidad de mi existencia.
Esencial te me has hecho
en el extremo interior.
Grado cierto, del grado de conciencia,
sin ego, despertar espiritual.
¡Oh! Gran belleza de la gloria, emocionas,
amable, concibiendo en los triángulos,
en tus manos, el hogar infinito,
árbol hijo, eterno, de los siglos,
permaneces latiendo
ante nosotros, tus discípulos.
Testamento de Dios, atribuido.

Mata ki te rangi, Mata ki te rangi…



Rossana Arellano


lunes, 4 de febrero de 2019

EL SEMBRADOR ... según San Marcos





LEÍDO por ROSA IGLESIAS



EL SEMBRADOR



«Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento.» Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
  «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la palabra. Los que están a lo largo del camino donde se siembra la palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la palabra, al punto la reciben con alegría, pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la palabra, sucumben en seguida. Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la palabra, y queda sin fruto. Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento.»


MARCOS 4,1-20

jueves, 31 de enero de 2019

QUIERO ESCRIBIR ... de Silvia Occorso





 
LEÍDO por ROSA IGLESIAS



QUIERO ESCRIBIR



Quiero escribir un pétalo
esta mañana con aromas
de rosa perfumado
y que  llegue flotando a tu orilla
llevado por una brisa alada.

Cuando el rocío caiga ténuemente
y tiemble la palabra adormecida
volaré entonces pensamiento
para ser caricia enamorada.

Rompo el silencio
desgarrando el tul que vela
que separa en dos mi vida.
Despertaré siendo una distinta
o la misma que nació 
y no pudo vivir hasta esta hora.



Silvia Occorso

MARZO ... de Antonietta Valentina





LEÍDO por ROSA IGLESIAS




MARZO



Hay días, silentes días,
donde la muerte visita repetitiva.
Ronronea cercana, luego
da un giro y se marchita.
Yo  presumo olvidadiza
pero es eso , solo presumir,
porque Madrid, Margarita y Japón
han marcado ya mi alma
cuasi ermitaña.
Hay meses así que quedan grabados
de dolor y olor a cementerio
En el silencio más profundo se transita,
silencio que ni los ángeles
se atreven a esbozar.
Es tétrico y helado,
retumba en las horas del sueño
y allí quedan callados y secretos
todos estos sentimientos que me abordan.
Porque es mejor sonreir
aunque  sea para creerme
que el olvido florece
en los campos del espíritu.
Hay meses así, hay días,
hay instantes, siempre hay
un ay que nos doblegue,
una razón como la lágrima
que duele y se evapora
dejando sal en su trayecto.
Marzo, marzos de mi vida,
repican campanadas en todos los ocasos
cuando el descanso del sol
es inminente y el baile de la luna
comienza con un tango.
Y yo adormezco 
en ese silencio adolorido
todos los Marzos de mi vida.



Antonietta Valentina


Música de Ennio Morricone




jueves, 17 de enero de 2019

CUANDO ÉRAMOS PECES


   


Leído por ROSA IGLESIAS




CUANDO ÉRAMOS PECES

 



El tiempo decide
mientras nosotros divagamos....



Todavía erais peces,
ignorábais la cualidad de lo seco
o el ardor que florece en el hambre de las llamas;
el placer de tenderos bajo el sol
era inimaginable para vosotros.

Temíais el peso diluído de la luz.

Vuestra anatomía de escamas
era como los ríos que temen,
en sus derivaciones, un exceso de vertidos insalubres,
las anochecidas muertes de radio.

Pero también el dolor es agua
y habita bajo las marismas y el lodo.

Discretamente, soñabais contra ese respirar de miedo,
contra una futura sequía,
y os fuisteis reinventando anfibios,
mutando, entre contrariedades de piedra y disoluciones de sal
para tropezaros, húmedos ,con la demolición
de este mundo terrestre.


Rosa Iglesias


Música : V. A. Motsart 

melodiya serdtsa

lunes, 14 de enero de 2019

LLAMA DE AMOR VIVA... de San Juan de la Cruz

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LEÍDO por ROSA IGLESIAS




LLAMA DE AMOR VIVA


1

¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.

2
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado!
Que a vida eterna sabe
y toda deuda paga ;
matando, muerte en vida la has trocado.

3
¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con estraños primores
calor y luz dan junto a su querido!

4
!Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!

San Juan de la Cruz

Música : El cant dels ocells
de Pau Casal

sábado, 12 de enero de 2019

LLUVIAS ... de Domingo F. Faílde

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LEÍDO por ROSA IGLESIAS



L L U V I A S



Perdónate, concede
reposo a ese caudal que los años incrementaron
y ahora anega, imparable, tus orillas,
pues si apenas llovió no atesores las lágrimas,
alivia el cauce y deja
que el río de tu historia se desangre en el mar.

Dirás que el agua arrastra
sucesos de otra edad, dádivas cenicientas
y que el fracaso, a bordo de todo lo que hiciste,
navega en camarote de lujo hacia el olvido.

Dirás que fue tormenta cada pisada tuya
y un huracán esquivo se llevó cada hora,
perdidas, una a una, en la borrasca inútil
que ahora inunda tu vida y arrasa sus andenes.

Pero ya nada importa, pues lo perdiste todo
y, desnudo, descalzo, sin un mínimo hatillo,
nada sino tú mismo te queda y eres libre,
sube al mástil más alto del buque que zozobra,
sé la única vela que su rumbo señale
y entrégate a los vientos, a la dulce resaca
de ser tu sombra acaso
y entrégate a las fauces hambrientas de las olas.

No digas que dejaste lo que deja cualquiera.
Dinero, no tuviste ni salud; y, aunque pródigo
fuese el amor en goces y memoria
en un papel dejaste: nada vale lo escrito,
nadie habrá de leer lo que borrado
nació, creció, soñó, yerta higuera maldita,
sin dar un solo fruto.

Ya lo ves, no hay excusas, ningún pretexto sirve.
Perdónate el vacío que anidó entre tus manos
y el yerro de creerte como la noche, inmenso,
como los astros, luminoso y frío,
arrogante y remoto como un pequeño dios.

Concédete la paz, huye del paraíso.
Sigue lloviendo, es tarde, tu vida se derrama.
Lo demás, solamente silencio, un paso al frente,
ser dueño de ti mismo,
no ser nada tal vez.



Domingo F. Faílde.-



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DONDE HABITE EL OLVIDO de Luis Cernuda





LEÍDO por ROSA IGLESIAS


DONDE HABITE EL OLVIDO




Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.




Luis Cernuda